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miércoles, 30 de marzo de 2016

Cómo aprender a creer en nosotros mismos para dar un vuelco en nuestra vida


Mujer levantando los brazos al cielo

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Thinstock



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Para comenzar a creer en uno mismo se recomienda buscar el apoyo de un ser querido y ubicarse en ambientes positivos.


Uno de los retos centrales que enfrenta la sociedad es mejorar las oportunidades de aquellos que han tenido un comienzo difícil.


La británica Anna Woodhouse tuvo una adolescencia muy difícil pero logró cumplir con sus aspiraciones. Hoy es investigadora en el Instituto de Humanidades de la Universidad de Leeds, en Reino Unido.


Ahora le da a la BBC su testimonio de lo que implicó transformar completamente su vida, con la esperanza de que les sirva a otras personas que experimentan serias dificultades.


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Me han dicho que yo era el problema. He sido escupida, acosada y privada del sueño. Me han dicho cosas crueles. He sido forzada a tener relaciones sexuales en un momento y reprendida por portarme como una mujerzuela en otro.


Algunas veces he tenido hambre, pero toda mi vida he estado hambrienta por algo más, algo mejor.


Estas experiencias no son extraordinarias, ni siquiera extremas. Son parte de la vida de muchas personas.


La pregunta que quiero hacer es: ¿cómo podemos cambiar las cosas?


Las cosas pudieron haber sido mucho peores para mí. Mis padres se separaron cuando yo era pequeña, pero crecí en un hogar lleno de amor.


Mi mamá me enseñó a leer y escribir antes de ir a la escuela. No teníamos mucho dinero, pero sí amor y libros.


Años cruciales


El parlamento británico Frank Field, exzar contra la pobreza del primer ministro conservador David Cameron y actual jefe del Comité Especial de Trabajo y Pensiones, considera la etapa preescolar de los niños como crucial para su desarrollo.



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La conferencista universitaria Anna Woodhouse y el poeta Byron Vincent, con quien dio su testimonio también en BBC Radio 4.


Él sugiere que el rol de los padres es “más importante que los ingresos o el colegio” para mejorar las oportunidades de vida. Él destaca el rol de las madres, en particular, en formar el futuro de sus hijos.


Para mí, el enriquecimiento que yo experimenté en mis primeros años impactó en mi vida posterior, no solo en términos educativos, sino en términos de quién soy.


El amor de mi madre me formó como una persona buena y amorosa. Puede que no siempre me haya querido a mí misma, pero siempre he tratado de amar a los otros.


Niña sensible


Yo fui una niña sensible y cada vez que alguien se metía conmigo o me desairaba, absorbía la burla. Así llegué a la adolescencia odiándome a mí misma.


En ese momento la situación se volvió oscura. Ser una chica de 13 años que se odiara a sí misma es ser alguien vulnerable. La gente puede oler la sangre. Odiaba el colegio.


Recuerdo haber sido una niña tímida, socialmente incómoda. Sentía que había algo mal conmigo. Es difícil precisar las razones de mi absurda baja autoestima.


Hoy, toda la evidencia parece sugerir que nunca hubo nada malo conmigo, que, en contraste con mi percepción de que yo no valía nada, estoy bien.


Creo que la mayoría de personas tienen alguna experiencia de acoso o bullying en algún punto de su vida escolar. Era una parte intrínseca e ineludible de la cultura en los colegios a los que asistí.



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La autora llegó a la adolescencia odiándose a sí misma.


Peter Hughes, director del colegio Mossbourne, en el este de Londres, dice que el establecimiento usa la disciplina para promover una cultura alternativa, de aspiración, en vez de expectativas bajas.


Difícilmente me considero una gran disciplinaria, pero parece funcionar. Me apasiona explorar formas de elevar las aspiraciones, porque sé, desde mi experiencia personal, que las expectativas bajas pueden ser paralizantes.


Joven destruida


Me rebelé en la escuela. Ser mala era una manera de sobrevivir, porque estaba operando en una cultura que no recompensaba ser buena.


Crecí y fui al colegio en Bridlington, un pequeño pueblo en la costa este del condado de Yorkshire, en Inglaterra. Es un lugar bonito, pero social y culturalmente tiene su costado feo: desempleo, drogas y crimen.


A los 15 años dejé mi casa y el colegio. Sentía que Bridlington no tenía nada que ofrecerme y yo no tenía nada que ofrecerle a Bridlington.


A los 19 llevaba cuatro años desempleada, era una anoréxica que sufría de infecciones respiratorias frecuentemente y vivía dominada por un novio abusivo.


Estaba tan destruida que las opciones eran dejar el pueblo o perder la esperanza.


Mirando hacia atrás, los cambios que hice parecen increíbles. De joven me daba pánico dejar el pueblo, incluso tenía miedo de subirme a un autobús, pero luego lo que me dio más miedo fue quedarme.



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A los 19 años, Anna Woodhouse vivía atrapada entre sus problemas emocionales y una relación amorosa tóxica.


Estaba huyendo de una relación, pero también de la persona en la que me había convertido.


Supongo que me sentía tan mal que no tenía nada que perder. Los pocos amigos que tenía estaban dejando el pueblo por esa época y también mi familia. Mi experiencia concuerda con lo que han observado algunos expertos.


El gen FKBP5


Angie Hart es una psicoterapeuta de niños y familias de la Universidad de Brighton, en el sur de Inglaterra, que estudia la llamada resiliencia. Según ella, es crucial el apoyo de al menos una persona a la que realmente le importe ayudarnos a hacer cambios.


Cuando me mudé a Leeds y empecé otra vez, encontré ese respaldo cuando busqué la aprobación de un grupo de amigos más positivo.


Terminé con un doctorado, pero no hubiera considerado la universidad en lo absoluto si no hubiera sido por un ex que me impulsó a retomar mi educación. Así que me reinventé al insertarme en un ambiente más enriquecedor.


Esta necesidad de nutrirse puede ser parte de nuestra naturaleza. Me sometó a un análisis genético para ubicar una variante relacionada con la resiliencia, el gen llamado FKBP5.


Michael Pleuss, psicólogo de la Universidad Queen Mary, trabaja en el campo de plasticidad del desarrollo.


Él explica cómo las interacciones entre el ambiente y la genética pueden influir en el desarrollo individual.


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A la izquierda, la planta conocida como “diente de león”.


Para usar una analogía simple, alrededor del 80% de las personas (aquellos que no tienen el gen FKBP5) se asemejan a la planta llamada diente de león, pueden soportar determinada cantidad de estrés.


Por el contrario, aquellas personas con el FKBP5, son descritas como “orquídeas”.


Sufrimos los efectos de ambientes estresantes más que los dientes de león y somos potencialmente más vulnerables a condiciones como la depresión y el estrés postraumático.


Sin embargo, las orquídeas parecen beneficiarse más de ambientes enriquecedores y tienen la capacidad de florecer si las condiciones son adecuadas.


Influencia positiva


Esto no fue una sorpresa para mí. Siempre fui una criatura sensible. Algunas veces he odiado la intensidad de mis sentimientos. A veces desearía tener una piel más gruesa.


Pero en vez de torturarme a mí misma por ser débil, descubrir que tengo este gen me ha recordado lo importante que es, no solo para mí, sino para todos, insertarnos en ambientes que nos nutren y rodearnos de influencias positivas.


Y tal vez no son tan débil como pensaba.


Lauren Eskreis-Winkler, una investigadora de la Universidad de Pensilvania, en EE.UU., ha realizado estudios psicológicos sobre el poder del “coraje”.


Este trabajo sugiere que el coraje es más importante que la inteligencia, el talento o incluso la riqueza para ser exitoso. Me sometí a su prueba de coraje y me divirtió descubrir que no soy, aparentemente, muy valiente.


Pero como explica Eskreis-Winkler, esto puede deberse a problemas de autoevaluación, porque tendemos a medirnos a nosotros mismos en comparación con otros y a ser autocríticos.


Como reflexión, cuando dejé Bridlington, cuando me alejé de las relaciones dañinas y cuando me dediqué años a estudiar, creo que sí mostré algo de coraje.


Hablé más arriba sobre no perder la esperanza, y para mí, esta es la llave para transformar tu vida.


¿Flor delicada?


He luchado con el concepto de coraje y he sido reticente sobre ser corajudo, porque el coraje parece sugerir algo duro y no me siento dura en absoluto.



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Las personas que tienen el gen FKBP5 son comparados con las orquídeas y son más sensibles a los efectos producidos por del estrés.


El coraje, como Eskreis-Winkler lo describe, se trata más bien de la habilidad de perseguir objetivos a largo plazo y seguir con ellos.


La vida es dura y a veces parece que sería más fácil perder la esperanza. Pero, ¿es esto realmente una opción cuando llega el momento de decidir?


He tenido momentos en los que he pensado en abandonar mis esperanzas y deseos y a veces en la vida. Pero no me he rendido. No he dejado de amar y de tener esperanza y no he dejado de ser yo misma.


Puedo ser una flor delicada, pero tal vez esto es una forma de coraje. Tal vez, con enriquecimiento, la sensibilidad también puede ser un tipo de fuerza. Tal vez el amor es la respuesta.


Porque es la sostenida creencia en mí y en otros, pese a los golpes que me ha dado la vida, la que me da fuerza.



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Cómo aprender a creer en nosotros mismos para dar un vuelco en nuestra vida
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