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domingo, 20 de marzo de 2016

¿Por qué Einstein, Mozart y el Marqués de Sade están en el centro de una gran estafa en Francia?


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La historia del denunciado timo de los manuscritos empieza en un lugar que ha sido escenario en obras de varios de los autores de los que hay piezas en la colección, como Honoré de Balzac y Marcel Proust.


Unas 18.000 personas en Francia están involucradas en la que parece ser una de las más grandes estafas en el mercado de arte de la historia.


¿Su error? Comprar acciones de manuscritos raros y cartas por un valor de casi 1.000 millones de euros, antes de que la compañía que está detrás del negocio fuera cerrada por los reguladores. Ahora, las víctimas de Aristophil quieren saber qué -si algo- queda de su inversión.


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Cerrado por… presunta estafa.


Hasta hace unos meses uno podía visitar un lugar llamado el Museo de Cartas y Documentos -con sus existencias de 130.000 manuscritos raros- en el Boulevard Saint-Germain, el corazón de la París literaria.


Pero ya no.


Lo que en algún momento fue el lugar predilecto de la juventud soñadora es ahora una sucursal de la danesa de electrónicos Bang y Olufsen.


Los documentos están en una bodega en Seine-Saint-Denis.


El antihéroe de esta historia


El cierre del museo fue consecuencia de la caída en desgracia de un hombre de negocios y entusiasta, que durante la última década revolucionó el rancio mundo de manuscritos y autógrafos franceses.


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Gerard Lheritier sosteniendo el “testamento político” de Luis XVI, en 2009, una importante pieza de la historia francesa. El manuscrito estuvo perdido durante dos siglos hasta que un coleccionista estadounidense lo encontró.


Gerard Lheritier fue, por un momento, un visionario. Vio en el mundo de las cartas y documentos raros un mercado que estaba muy infravalorado.


Como su abogado Francis Triboulet comenta: “Lheritier notó antes que nadie que la gente adora documentos antiguos, cualquier cosa que les permita entrar en contacto físico con sus héroes del pasado”.


Pero hoy, su fortuna ha sido confiscada, su compañía está en liquidación, mientras que en todo el país miles de iracundos inversores claman venganza.


El hijo de un fontanero desde el este de Francia, Lheritier era un autodidacta y un extraño en un campo dominado por un puñado de distribuidores de París. Hace unos 15 años, reclutó a uno de esos expertos y comenzó a comprar.


Para empezar: Einstein


Una de sus primeras adquisiciones fue un documento llamado Einstein-Musso –54 páginas de cálculos para la Teoría de la Relatividad General-, que compró por apenas un poco más de 500.000 euros.


El siguiente paso de Lheritier se convertiría en su modelo de negocio. Dividió el Einstein-Musso en 400 “acciones”, que vendió a inversores.


El hecho de que el valor total ascendió a 12 millones de euros –24 veces la cantidad que había pagado– era fácilmente explicable: el mercado estaba creciendo, los inversores llegaron pronto y todo el mundo quería un pedazo de Albert Einstein.


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Einstein a la venta, en 400 pedazos, cimentó el modelo y comprobó su éxito.


A través de los años Gerard Lheritier desarrolló su sistema hasta convertirse en rey del mercado. Su mera presencia en una venta hacía que los precios subieran.


Su compañía Aristophil empleaba cientos de representantes de ventas en toda Francia, que daban asesoría “independiente” sobre los enormes beneficios que les esperaban a quienes estuvieran dispuestos a lanzarse.


Uno de ellos


El padre de Aude Nehring fue uno de los que mordieron el anzuelo. Buscando una inversión para sus hijos, fue abordado por un corredor y puso sus 35.000 euros en acciones parciales en siete documentos Aristophil.


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Gerard Lheritier estaba ofreciendo retornos -40% en cinco años- que sabía que eran inalcanzables.


Nunca vio los documentos, pero le aseguraron un rendimiento del 8% al año. En el contrato, Aristophil se reserva el derecho (pero no la obligación) de volver a comprar las acciones al valor apreciado.


El padre de Aude murió hace dos años, sin darse cuenta de que su inversión fue un fracaso.


“Me enoja tanto pensar lo que hizo Aristophil,” dice ella. “Mi padre no era un tonto. Él mismo era un hombre de negocios. Pero de alguna manera lograron persuadirlo”.


Algo de verdad


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Una de las joyas de la colección: el Marqués de Sade escribió los “120 días de Sodoma” con letra diminuta en ambos lados de hojas de papel angosto que luego pegó hasta formar un sólo rollo de 12 metros, mientras estaba preso en La Bastilla en 1785. Temiendo que se lo confiscaran, lo escondió en una ranura en la pared de piedra de su celda.


Algo sobre el prestigio de poseer documentos históricos mantuvo el flujo de inversores.


Y detrás de la publicidad había un poco de la realidad.


Poco a poco, Lheritier acumuló una gran colección de manuscritos, y algunos de los cuales efectivamente eran muy valiosos: los Rollos del Mar Muerto, partituras de Mozart, un original de Marqués de Sade.


El presentador de noticias más conocido de Francia, Patrick Poivre d’Arvor, se unió al show, lo que le dio al esquema -a los ojos de la opinión pública- una reputación aún mejor.


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El rollo del manuscrito de “Los 120 días de Sodoma ‘, escrito por el Marqués de Sade, uno de los invaluables documentos.


Además había museos -el primero en París y el segundo en Bruselas- empujando la idea de que los documentos y cartas del pasado son intrínsecamente valiosos.


Pero en noviembre de 2014, los reguladores financieros intervinieron. Aristophil fue definido como un sistema piramidal, construido sobre la publicidad falsa y los valores de mercado ilusorios.


Lheritier fue acusado de fraude y su vasta colección fue puesta bajo llave.


Antes de que se cometa el delito


Argumentando su defensa, el abogado Francisco Triboulet me dijo que sí, que las cosas habían tomado un mal giro en 2013-14, pero errado al decir que el modelo Aristophil era inherentemente fraudulento.


“El hecho es que los inversores estaban adquiriendo objetos valiosos: los documentos. ¡Y todavía son los propietarios de esos documentos!“.


“Así que nadie puede siquiera decir con certeza que ha perdido dinero, debido a que los documentos no han salido al mercado, y ¿quién sabe cuánto valen?”.


Triboulet dice el procesamiento de su cliente es como salido de la película de ciencia ficción “Minority Report”, en la que los crímenes se pueden predecir.


“Cerraron Aristophil sobre la base de un hipotético fraude que podría suceder en el futuro. En ese momento, ningún inversor había presentado una denuncia. Creo en la corte va a ser muy difícil probar el cargo”.


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La colección efectivamente tiene piezas de valor de muchos de los grandes de las letras, como escritos del novelista y ensayista francés Marie-Henri Beyle (1783 – 1842), más conocido como Stendhal, retratado aquí bailando.


Ganador del premio mayor de la lotería


Pero los abogados que representan a las víctimas dicen que el hecho de que haya activos -los documentos- es irrelevante.


Gerard Lheritier estaba ofreciendo retornos -40% en cinco años- que sabía que eran inalcanzables, pero necesitaba que siguiera entrando dinero”, dice el abogado Philippe Julien.


Un extraño giro en la historia es que en 2012 -mucho antes del colapso de su empresa- Gerard Lheritier se ganó el premio mayor más grande que se haya recibido jamás en Francia de la lotería Euromillones: 170 millones de euros.


En un principio se especuló con Lheritier estaba proclamando que había ganado el premio con el fin de enmascarar el origen de parte de su riqueza, pero no hay evidencia que indique que su suerte no fue genuina.


Según Francis Triboulet, Lheritier puso 40 millones de euros de ese dinero directamente a Aristophil, prueba de que era legítimo (de lo contrario, ¿por qué iba a invertir gran parte de su propio dinero en efectivo?).


Para la parte acusadora, eso no significa nada: los esquemas piramidales dependen de la apariencia, por lo que el culpable siempre gasta una fortuna.


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¿Volvió la paz al Boulevard Saint Germain?


“Vulgar y detestable”


Entre tanto, en la media docena de galerías del exquisito barrio de Saint-Germain en las que está basado, el mundo de los manuscritos franceses está recuperando poco a poco su aplomo, tan rudamente sacudido por la irrupción del advenedizo Aristophil.


“Desde el principio sospeché un fraude. La vulgaridad de la publicidad era evidente. ¡Víctor Hugo hasta 5% en un año! ¡Baudelaire hasta 10%!“, exclama distribuidor Federico Castaing.


“Pero el punto es que no hay valor de ajuste para una carta de Víctor Hugo. Depende de demasiadas variables”.


“De todos modos, los coleccionistas verdaderos no están interesados en el valor pecuniario de un documento. Les encanta el contacto con él, la sensación de compartir con un personaje que normalmente está encerrado en una enciclopedia“, explica.


“Lo que hizo Lheritier fue convertir parte de nuestro patrimonio cultural en valores de bolsa. Era detestable”, sentencia.



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¿Por qué Einstein, Mozart y el Marqués de Sade están en el centro de una gran estafa en Francia?
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